Teoría y Análisis Literario, Clase 25/03/2009

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Wellek y Warren
Cuando una obra literaria funciona bien, las dos notas de placer y utilidad no sólo deben coexistir, sino además fundirse. Hemos de afirmar que el placer de la literatura no es un placer que se elige de entre una larga lista de posibles placeres, sino que es un “placer superior”, por ser placer de una clase superior de actividad, esto es, contemplación no adquisitiva. Y la utilidad -la seriedad, el carácter instructivo- de la literatura es una seriedad placentera, es decir, no es la seriedad de un deber que hay que cumplir o de una lección que hay que aprender, sino una seriedad estética, una seriedad de percepción.

Aguiar e Silva (p. 16)
En el lenguaje usual, un acto de habla depende siempre de un contexto extraverbal y una situación efectivamente existentes, que preceden y son exteriores a ese mismo acto de habla. En el lenguaje literario, en cambio, el contexto extraverbal y la situación dependen del lenguaje mismo, pues el lector no conoce nada acerca de ese contexto ni de esa situación antes de leer el texto literario. El lenguaje histórico, filosófico y científico es un lenguaje heterónomo (dependiente, sometido a un poder ajeno) desde el punto de vista semántico, ya siempre presupone seres, cosas y hechos reales sobre los que transmite algún conocimiento. El lenguaje literario es semánticamente autónomo.

El lenguaje literario es plurisignificativo porque en él, el signo lingüístico es portador de múltiples dimensiones semánticas y tiende a una multivalencia significativa, huyendo del significado unívoco, que es propio de los lenguajes monosignificativos (discurso lógico, lenguaje jurídico, etc.). No se debe concluir de aquí que cualquier sintagma literario sea plurisignificativo: cierto verso de un poema, por ejemplo, puede presentar sólo un significado literal; pero se debe observar que tal verso únicamente constituye una parcela de un significado total, y que este significado total es necesariamente polivalente. (p. 20)

..... El lenguaje literario es plural por esencia. (p. 23)

RESUMEN
Características de la literatura:
- Más expresiva (que una obra que no lo es).
- Importancia de la sonoridad (lo fónico), el ritmo:
significado y significante.
- Utilización de recursos del lenguaje. Exploración inhabitual de las
posibilidades significativas de la lengua.
Muchas veces se violentas las normas lingüísticas.
- Predominio de la función estética. Falta de un propósito práctico.
- Placer, goce estético.
-Algún grado de invención. Ficción. El lenguaje crea imaginariamente
su propia realidad. No necesariamente se hace un uso referencial o
denotativo del lenguaje.
- Plurisignificativa, polivalente, múltiples interpretaciones.
- Mayor indeterminación por falta de elementos extraverbales.
- Forma de conocimiento. Revela la experiencia humana.
- Catarsis.
- Medio de evasión?

Textos Revisados en clases

Que es literatura?
Para comprobar en poco tiempo los efectos del cambio de alimentación en el rostro, esta dieta propone comer dos porciones de salmón al día, acompañados de verduras verdes y eliminar el café ya que este aumenta los niveles de cortisol e insulina, hormonas que aceleran el envejecimiento. En su reemplazo, se recomienda el té verde, pues contiene antioxidantes que aceleran el metabolismo y disminuyen el deterioro de la piel, además de bloquear la absorción de 30% de grasa corporal.
Después de tres días la inflamación comienza a disminuir, al igual que la retención de líquidos y, como consecuencia, la piel brilla y aumentan los niveles de energía.

Texto de una revista.

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Era natural pensar que él estaba esperando que se asomara a la ventana. Bastaba despertarse a las dos de la mañana, con un calor pegajoso, con el humo acre de la espiral matamosquitos, con dos estrellas enormes plantadas en el fondo de la ventana, con la otra ventana enfrente que también estaría abierta. (…)
No había nadie en la ventana, Traveler se asomó al pozo caliente, miró a la calle donde un diario abierto se dejaba leer indefenso por un cielo estrellado y como palpable. La ventana del hotel de enfrente parecía todavía más próxima de noche, un gimnasta hubiera podido llegar de un salto. No, no hubiera podido. Tal vez con la muerte en los talones, pero no de otra manera.

Julio Cortázar. “Rayuela”.

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Autorretrato

Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte.

En materia de ojos, a tres metros
No reconozco ni a mi propia madre.
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases:
La mala luz, el sol,
La venenosaluna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!

Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.¡
Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.

Nicanor Parra. De “Poemas y Antipoemas”.

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Tristemente
De pronto me di cuenta que la podía besar.
Empecé a pensar que la besaría. Empecé a pensar
que se dejaría besar. Empecé a ver cómo se dejaría
besar. Empecé a mirarla pensando que la besaría.
Empecé a pensar que en cualquier momento la besaría.
Y ahí, en San Martín al llegar a Moneda, la besé.
La detuve y la besé,
tristemente.


DE VERDAD
voy a tener que matarte
matarte de verdad
matar tu cara
matar tu cuerpo entero
los gestos de tu cara
la luz de tus ojos
tus miradas
la luz de tu carame voy a comer tu pelo
como a tallarines muy finitos
y locos y negros y helicoidales
voy a quemar tu pelo
a quemar tu cuero cabelludo
voy a quemarte entera
voy a cremarte
voy a convertirte en esperma de vela
voy a convertirte en una vela
voy a matarte
voy a matarte de verdad
van a tener que llevarte al cementerio
hacerte un funeral y llorar
porque voy a matarte
voy a matarte como matan a todas las personas
y vas a morirte como todas las personas
y van a enterrarte como a todas las personas
y vas a desaparecer bajo tierra como todas las personas
porque voy a matarte
yo voy a matarte de verdad
como a los muertos del cementerio
como a los muertos de las guerras
como a los muertos de los accidentes automovilísticos
voy a matar tu cuerpo
tu aparienciatus ojos
tu pelo
todo va a desaparecer bajo tierra
no te verás más
yo no te veré más
porque te voy a matarte voy a matar de verdad
como se mata con pistolas y con balas
así te voy a matar
y así voy a terminar contigo
con una muerte de verdad
con gusanos de verdad
con funerales
con llanto y con todo
porque yo te voy a matar
te voy a matar de verdad.

Claudio Bertoni

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El joven pasó el umbral y se encontró con un hombre que, por su aspecto, parecía hallarse, según la significativa expresión francesa, entre dos edades. Es decir, que rayaba en la vejez sin haber entrado aún en ella. Su traje negro, su cuello bien almidonado, el lustre de sus botas de becerro, indicaban al hombre metódico, que somete su persona, como su vida, a reglas invariables. Su semblante nada revelaba: no había en él ninguno de esos rasgos característicos, tan prominentes en ciertas fisonomías, por los cuales un observador adivina en gran parte el carácter de algunos individuos. Perfectamente afeitado y peinado, el rostro y el pelo de aquel hombre manifestaban que el aseo era una de sus reglas de conducta. Al ver a Martín, se quitó una gorra con que se hallaba cubierto y se adelantó con una de esas miradas que equivalen a una pregunta.

A. Blest Gana. “Martín Rivas”.
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Esta noche había en el aire un olor a tiempo. Tomás sonrió. ¿Qué olor tenía el tiempo? El olor del polvo, los relojes, la gente. ¿Y qué sonido tenía el tiempo? Un sonido de agua en una cueva, y una voz muy triste y unas gotas sucias que caen sobre cajas vacías y un sonido de lluvia. Y aún más, ¿a qué se parecía el tiempo? A la nieve que cae calladamente en una habitación oscura, a una película muda en un cine muy viejo, a cien millones de rostros que descienden como esos globitos de Año Nuevo, que descienden y descienden en la nada. Eso era el tiempo, su sonido, su olor. Y esta noche (y Tomás sacó una mano fuera de la camioneta), esta noche casi se podía tocar el tiempo.

Ray Bradbury. “Crónicas Marcianas”

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Carroña

¿Te acuerdas de lo que vimos, hermosa
esa linda mañana de verano
cuando volvíamos por el camino? Una carroña
asquerosa en el canto rodado de un riacho

Con las piernas levantadas, como caliente
transpiraba veneno
sabría de manera descuidada y cínica
el vientre lleno de gases

El sol pegaba en la mugre
como para cocinarla
devolviéndole cada moneda a la naturaleza
de todo lo que ella había juntado

El cielo miraba el cadáver magnífico
como si fuera una flor ratiyo de sol
El olor era tan fuerte que pensaste
que te ibas a desmayar ahí, en el pasto

Arriba del vientre podrido revoloteaban las moscas
y le salían batallones negros
de larvas que se movían como un líquido sucio
en esos cachos de poca vida

Todo se hundía y se hinchaba
como el brillo de la espuma de las olas
como un cuerpo movido por un soplido
cuya vida creciera en sí misma

Y ese mundo hacía una música extraña
como el agua, el viento
o la semilla agitada en un movimiento rítmico
cuando pasa por un colador

Se borraban los bordes, era como un delirio
como el mamarracho sin terminar
de un cuadro olvidado que el pintor
apenas si se lo acuerda

Atrás de las piedras había una perra inquieta
que tenía en los ojos la furia
y esperaba para volver a morder
la rica comida que tuvo que largar-

¡Y pensar que vas a ser igual que esa basura
que vas a estar igual de podrida
Tú, la estrella mis ojos, el sol de mi vida
Tú, mi angelito y mi pasión!

Así tienes que ser, reina de mis encantos
después de la extremaunción
cuando abajo del campo y del pasto
crezcan los hongos entre tus huesos

Ay, mi hermosa, dile a los gusanos
que contigo van a tener una fiesta de besos
que guardo la forma y la pureza divina
de mis amores descompuestos.

Charles Baudelaraire. De “Las flores del mal”.

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una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas había empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa. -¿Te sientes mal? -le preguntó. Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima. -Al contrario -dijo-, nunca me he sentido mejor. Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerones y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.

G. García Márquez. “Cien años de soledad”.

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